martes, 7 de agosto de 2012

EL DRAGÓN DORMIDO


El día amanece entre las habituales brumas estivales y, aunque la mañana promete, yo no confío demasiado. Nos encontramos en pleno verano, con las temperaturas más altas de todo el año y los peces, como las personas, buscan refugio, aguas más profundas donde el bochorno no sea tan intenso o, simplemente se alimentan menos.


 Esta pesca, la de fondo, es mejor practicarla a partir de otoño hasta bien entrada la primavera. Cuando en calor comienza a apretar, mejor dedicarse a practicar otras modalidades como el spinning, jigging o, simplemente, tumbarse en la arena con buena compañía y una buena cerveza.

Aún así decido salir. Tengo el barco fondeado en una bonita cala cerca de la isla de Tagomago, para mí, un talismán para la pesca. Al tener el barco amarrado a un muerto toca nadar hasta él, pero no me importa. Hay pocas cosas tan agradecidas como un baño a las 7h de la mañana: el agua está templada, transparente como un cristal y tranquila como un bebé en brazos.





Sólo una media horita nos separan de nuestras piedrecitas, esos accidentes batimétricos donde habitan las criaturas marinas, allí las buscaremos, allí nos esperan.

En una de esas rocas damos con las chopas (cántaras), y sales unas cuantas de muy buen tamaño. Cómo me gusta este pez con su picada característica y sus contínuos tirones durante la subida. Ya a bordo, podemos gozar de su bonita librea de tonos azulados y grises.


Al poco rato nos deleitan con su compañía una brótola de deliciosa carne blanca y una "roja" o escórpora.
La jornada está siendo más productiva de lo que me imaginaba; pero el sol apunta directamente sus rayos sobre nosotros, y pronto deberemos dar la jornada por acabada.

 

La isla de Tagomago tiene un perfil curioso que ha inspirado una buena variedad de mitos y leyendas. Observada desde la lejanía, su silueta parece la de una ballena con el lomo y parte de la cola fuera del agua. Pero yo quiero pensar que es algo más, porque a veces me gusta sacar al niño que todavía vive dentro de mí, y mi trabajo me lo recuerda cada día. Yo quiero pensar que la isla no es una isla, ni una ballena, es....un dragón!. Una inmensa criatura marina en un profundo letargo. Este dragón marino dormido despertará algún día, desplegando sus enormes aletas para iniciar un viaje a los confines del mundo submarino.



A lo lejos divisamos un ligero chapoteo en el agua. Tenemos visita. Un delfín hembra y su cría nos deleitan con su presencia y los podemos ver claramente a escasos metros de la barca, jugueteando y retozando. Cual cuidador en un acuario, les tiro un serranito todavía vivo, pero no había caído en la cuenta de que teníamos otro tipo de compañía voladora. Nada más tocar el pez el agua, una audaz gaviota se abalanzó sobre él, dejando a los delfines y a mí con un palmo de narices (yo el palmo ya lo tengo de serie...)

 



Y ahora os voy a contar una historia referente a esta magnífica isla que se llama Tagomago. Acualmente ésta pertenece a la actual pareja, marido, amante( ¿70 años y la palabra amante se pueden usar en la misma oración?) , acompañante, etc de la "actriz" Norma Duval. Incluso se ha creado una fundación llamada Fundación Tagomago, que no tengo ni idea de a lo que se dedica.
 El ricachón y dueño del Chelsea FC, Abrahmovic, en uno de las típicas pataletas caprichosas de hombre podrido de dinero, montó una fiesta en la isla para él y sus amiguetes en la que incluso mandaron traer un circo. Sería gracioso que se hubieran escapado las fieras y ya imagino los periódicos locales: La isla de Tagomago ya no está habitada por lagargtijas, ratas ni conejos, en ella ahora habitan tigres de bengala, leones del Serengeti y leopardos del Okavango.


Isla de Tagomago
Detalles morbosos aparte, la isla anteriormente, ya hace mucho de esto, pertenecía al abuelo de un conocido mío. Éste no la vendió, ni la dejó en herencia a uno de sus numerosos hijos, tampoco la compró ninguna institución ni entidad privada, sino que el pobre hombre la perdió en una partida de cartas.

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